El camino donde Jesús vivió y sigue viviendo, el Monte de los Olivos

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¿Te has imaginado estar en el mismo lugar donde alguna vez estuvo Jesús? El lugar en donde alguna vez se detuvo a llorar y se sentía en paz para orar, ese lugar donde al final de la noche fue arrestado, enjuiciado y crucificado.
¡Increíble! ¿no?

El Monte de los Olivos es un lugar que no puedes dejar pasar, el viaje es hermoso, imágenes que recordarás por siempre; pero cuidado, el camino es algo empinado, así que te recomiendo visitarlo con zapatos cómodos para que no te pierdas ningún detalle.
Justo a la mitad del camino de la parte más alta del Monte de los Olivos podrás visitar una capilla conocida como Dominus Flevit, el lugar en donde Cristo lloró al anunciar que la ciudad sería destruida. Ahí podrás observar un bello mosaico con la imagen de una gallina acompañada de una frase bíblica en latín, que se traduce asi: «¡Jerusalén, Jerusalén! La que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella. ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas y no quisiste!»

También podrás mirar la ciudad a través de la gran ventana que se encuentra detrás del altar como lo hizo Jesucristo. ¡Una hermosa vista!
En el camino se pueden observar cientos de tumbas. Sí, ¡cientos de tumbas! Se trata del cementerio judío. ¿Sabías que los judíos especulan que el mesías tendrá que entrar a la ciudad de Jerusalén por el Monte de los Olivos? Es por eso que son sepultados en ese lugar, para que inmediatamente al entrar el mesías, ellos puedan salir victoriosos a reconstruir la ciudad, y es por esa razón que se colocan flores sobre las tumbas, para indicar que los muertos resucitarán y reconstruirán la Ciudad Santa. ¡Sorprendente! ¿no es así?

Pisar Tierra Santa es encontrar en cada una de sus calles un rastro de Jesús, sentir sus huellas y acercarnos también a las raíces más profundas del cristianismo. El viaje a esta tierra de las Santas Escrituras aún no termina, a unos metros, continuando en el camino de descenso, llegarás a la Iglesia de las Naciones, que tiene a su lado izquierdo el Convento Franciscano, los árboles de Olivo te recordarán que estás en Getsemaní.
En memoria del sitio donde Cristo oró para soportar el trago amargo de su pasión y muerte, los cristianos del siglo IV levantaron sobre la roca de la agonía un santuario, este lamentablemente fue destruido por un incendio en el siglo VII, pero fue reconstruido en la Edad Media, siendo finalmente destruido por los musulmanes. Finalmente en 1909, los franciscanos encontraron las ruinas de la iglesia medieval y entre 1922 y 1924 construyeron la que actualmente podremos observar.
El interior es algo que no se puede explicar, las ventanas están hechas con vidrios de color azul y morado, lo que permite el paso a la luz del sol y así recrear en el interior un ambiente nocturno, en donde Cristo tuvo su momento de oración, una vez dentro de este lugar, la penumbra te hará sentir que es de noche.
Ahí podrás observar los escudos de los países que colaboraron en su construcción: Estados Unidos, Alemania, Canadá, Bélgica, Inglaterra, España, Francia, Italia, México, Chile, Brasil y Argentina, por ello su nombre de Iglesia de las Naciones. A la izquierda, se encuentra un mosaico, donde observarás el beso de Judas, y a la derecha, un mosaico que representa el momento donde Pedro, buscando defender a Cristo, le corta una oreja a Malco. En el mosaico central encontrarás la oración de Cristo sobre la roca. Es ahí donde podrás visitar la roca de la agonía.
Esta roca se encuentra rodeada de una especie de corona de espinas. ¡Espectacular!
Es costumbre de los peregrinos recordar la agonía de Cristo venerando la roca.

Esta hermosa experiencia en Getsemaní no puede terminar sin antes observar los árboles de Olivo, estos tienen más de 1000 años, inclusive 8 de ellos se encuentran ahí desde los tiempos de Jesús. Un lugar donde se respira paz y encontrarás un momento para orar. Como estos olivos, la comunidad cristiana sobrevive vigorosa, animada por el espíritu de Dios, sin importar los obstáculos y persecuciones. Si hay un lugar donde puedes encontrar respuestas, es en Tierra Santa, y así es como una visita a Jerusalén te puede llevar a revivir los tiempos de Dios.